El llano es un paraíso, dijo Ramiro Jiménez empresario de Manizales al llegar en la madrugada el pasado fin de semana , en La finca La Reserva , después de haber presenciado un acto de Fe a los llaneros Araucanos, en la celebración del tradicional VELORIO DE SANTOS. “Uno nunca deja de aprender”, fueron las palabras con la voz entrecortada; “me embarga la emoción de ver a los niños y adultos ,escuchar con tanto respeto y en absoluto silencio, La Cifra, música sacra llanera interpretada por el maestro Pedro Herrera y el Canto de Tono en la voz de Andrés Gámez, Eli Rodríguez y Ramón Segundo Torres”.
La memoria histórica del Velorio de Santos celebrado el pasado fin de semana, es un homenaje a los llaneros de antaño y un encuentro con Dios y con uno mismo, expresó Dilia Tineo, reconocida profesora araucana, “ha sido una oportunidad única para escuchar al natural, la tímbrica de instrumentos como el bandolín, la guitarra y la bandola bajo una luna de plata amadrinada de un cardumen de luceros”, apuntó.
La Marisela como de costumbre prorrumpe antes de la media noche y ayer lo hizo con la puntualidad de un reloj Suizo. Juan Gámez Valioso Juglar araucano, desparpajó de un tajo cualquier conato de sueño entre los asistentes y enarbolando gritos de júbilo y carcajadas estruendosas invitó a la concurrencia a seguirles en sus diestros juegos de bufón, malabarista, danzante y repentista hasta quedar exhaustos de tanta felicidad y regocijo.
De esta manera Don Santiago Caroprese, reconocido cultor araucano coordinador del evento de rescate tradicional llanero del Velorio de Santos, contó las actividades culturales que hicieron parte de esta importante actividad, que es liderada por el gobierno departamental a través de la oficina asesora de cultura del departamento.
Para Diony Marisol Padilla Sequera, asesora de cultura, es de gran importancia rescatar las costumbres y tradiciones llaneras, las cuales desde la administración del gobernador Ricardo Alvarado Bestene, se encaminan en implementarse como máximo orgullo de los llaneros.
Fueron alrededor de 150 personas entre raizales y matronas araucanas que hicieron parte de esta actividad cultural llanera que también estuvo acompañada por la gastronomía típica llanera en abundancia, recordando así una de las virtudes innatas de los llaneros como lo era la generosidad.